La tentacion del admisor. Nicolás Mascialino

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En el seminario de PAUSA de este año 1, en nuestro grupo de investigación, nos propusimos estudiar los efectos que la subjetividad del practicante provoca en la dirección de la cura. Nos preguntamos por aquellos momentos en los que aparece, del lado del analista, la división subjetiva, la duda, la angustia, su pensamiento, su fantasía, su interpretación de los hechos, que no tiene nada que ver con la interpretación en psicoanálisis.

Ricardo Seldes nos propuso leer a Ferenzci, y subrayamos allí la idea de que al analista se le exige una higiene especial, una vigilancia extrema de sus diferentes reacciones afectivas. Es desde esa orientación que nos propusimos trabajar a partir de las dificultades que encontramos en nuestra práctica, revisar aquellos momentos en que el (t)acto del analista se pone en juego.

Fue así que vino a mi cabeza una admisión en la que pude ubicar mi división frente al acto de interpretar. En PAUSA llamamos "admisión" a la primera o primeras entrevistas antes de autorizar el inicio del tratamiento con uno de los terapeutas de la institución.

Se trataba de una adolescente que venía, a diferencia de otras veces que consultó, decidida a hablar de lo que le pasaba, realmente atravesada por el malestar que sus pensamientos le ocasionaban. En su relato, organizado, que recorre desde un primer recuerdo de angustia muy temprano hasta el último desarrollo del armado de sus síntomas obsesivos, pasando por la placa giratoria de la fobia, se escucha una notable permeabilidad al discurso analítico. Se podía constatar el consentimiento de la paciente a querer saber acerca del sentido de sus síntomas, pero también un "no saber" que se sostenía. El desciframiento de su síntoma estaba allí señalado en su primer recuerdo de angustia, una escena de gran valor para ella en su anamnesis, y allí, frente a la paciente, me enfrentaba a la decisión de interpretar o no interpretar, dado que el tratamiento lo haría con otro colega.

La urgencia, ante la toma de decisión, queda del lado del practicante. En eso no hay diferencia entre lo que sucede en una admisión y lo que sería una primera entrevista, preliminar, a un análisis. Siempre existe esa toma de decisión del practicante ante la posibilidad de intervenir o no intervenir, realizar o no el acto, con tacto... ¿Es que el león salta una vez2 o el inconsciente insiste?

El practicante se encuentra solo frente a su acto, único amo en su barca3 dice Lacan, ¿pero cómo pensar el rol del admisor en una institución en la que se practica el psicoanálisis?

Se tratará de apostar a la transferencia que, como sabemos, es al saber del inconsciente. El tacto del admisor estará en cómo fomentar esa transferencia, sin que por ello quede adherida a su persona.

 

  • Curso del año 2020, titulado "Lo que las urgencias enseñan al psicoanalista. Impasses y respuestas de la transferencia".
  • Freud, S.: Análisis terminable e interminable, Obras completas, Tomo XXIII, Bs. As., Amorrortu, 1996, pág. 222.
  • Lacan, J.: La dirección de la cura, Escritos II, Bs. As., Siglo XXI Editores, 2002, pág. 568.