-Dolores Amden: Hoy tenemos un invitado para el cierre de este tercer movimiento de nuestro Seminario Anual de PAUSA sobre síntomas contemporáneos. Tenemos la alegría de recibir a Ernesto Sinatra, AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana, docente del ICdeBA, quien está por reeditar el libro "¡Por fin HOMBRES al fin! 2", y que ha publicado, entre otros, el libro de Tres Haches "L@s nuev@s adict@s: la implosión del género en la feminización del mundo" 3.
-Ernesto Sinatra: Agradezco la invitación. Lo que pensé para conversar con ustedes es una actualización de lo que estamos haciendo con varios grupos de colegas, porque estoy tanto en el TyA, que contribuí a formar hace demasiados años, como en un Seminario diurno que se llama "El problema de Lacan es el nuestro". Vi que Dolores hizo una referencia en la clase que ha presentado para este módulo de síntomas contemporáneos, que me pareció muy pertinente para situar una caracterización que hace Jacques-Alain Miller en Donc 4, de lo que llamó "el problema de Lacan". Es la problemática de la articulación entre el significante y el goce. En fin, el eje mismo de nuestra práctica. Eso es lo que decidí plantear, luego de varias vueltas, porque quería ver desde dónde agarrar el tema de hoy de los síntomas contemporáneos, que es algo con lo que vengo trabajando, antes de que se los llame quizás síntomas contemporáneos. Es más, la primera clase del seminario del TyA la di sin saber qué decíamos, eso fue en el año 1992, meses antes de la fundación de la Escuela, y ahí justamente trabajaba a partir de una referencia de Miller sobre los síntomas contemporáneos.
Entrevistas preliminares
-E.S.: Quiero marcar dos escansiones. La primera es entre 1971 y 1972, dos años en que Jacques Lacan desdobló su enseñanza entre lo que se llamó El saber del analista, el seminario de Lacan no denominado seminario pero sí así por él, y su Seminario …o peor. En ambos, se refiere a las entrevistas preliminares. En Sainte-Anne, Lacan señaló su modo necesario, es decir, su actualidad. Por eso de lo que voy a intentar hablar es de la actualidad de las entrevistas preliminares, pero para situar, desde PAUSA, la función de la urgencia en torno de lo que realmente hay en las entrevistas preliminares. La frase dice así: "Todos saben, aunque muchos lo ignoren, de la insistencia que pongo en las entrevistas preliminares al análisis ante aquellos que me piden consejo. Eso tiene una función para el analista, por supuesto esencial, no hay entrada posible en el análisis sin entrevistas preliminares" 5.
Esto está extraído de Hablo a las paredes. Cuatro meses después, en su seminario, vuelve sobre las entrevistas preliminares para decir lo siguiente:
"Cuando alguien viene a verme a mi consultorio por primera vez y yo escando nuestra entrada en el asunto, en algunas entrevistas preliminares, lo importante es la confrontación de cuerpos" 6, no es habitual que hable así Lacan, "Justamente por partir de ese encuentro de los cuerpos, estos -agrega y subrayo- quedarán fuera de juego una vez que entremos en el discurso analítico. No obstante, en el nivel donde funciona el discurso que no es el discurso analítico, se plantea la cuestión de cómo logró ese discurso atrapar cuerpos" 7 -acá se refiere al discurso del amo en su función de lazo-. Y luego de situar la consideración de los cuerpos, a partir de la entrada en el discurso, vamos a ver qué introduce Lacan: "Entre el cuerpo y el discurso, está aquello con lo cual los analistas se regodean, llamándolo pretenciosamente los afectos. Es muy evidente que ustedes son afectados en un análisis. Seamos claros: cuando de golpe algo llega a repugnarles, porque no saben muy bien si no son acaso un poco responsables del mal giro que ha tomado un análisis, si no hubiese deontología, si no hubiese jurisprudencia, categorías introducidas previamente en el discurso del amo, ¿dónde estaría ese asco? -como se dice-. Habría que intentar de vez en cuando decir un poco la verdad" 8.
Es notable cómo Lacan, sin decirlo, se refiere a lo que había considerado diez años antes una mala palabra: la contratransferencia. No hay que decirlo porque ya sabemos que es una mala palabra, pero no podemos sino situar el problema que está en juego respecto de la práctica del psicoanálisis. Esa mala palabra que refería en "La dirección de la cura…" 9, que es aplicada por la infatuación del analista como la certeza que le ofrecerían sus afectos para saber interpretar a su paciente, y no en tanto de una marca en el analista, con el asco, por ejemplo, decimos, de lo que no marcha en la conducción de un análisis -o varios- que conduce. Se entiende acá cómo la contratransferencia puede ser rescatada como función, por lo que produce el paciente en el analista, siempre y cuando eso no sea la guía de la dirección de la cura. ¿No se trataría de que esos afectos viscerales podrían constituir, al ser ubicados y desconocidos como la marca de un rechazo del analista al discurso analítico? ¿Rechazo producido en el cuerpo mismo del analista?
Si así lo fuera, este modo de ser afectado, como decía Lacan, es lo que toma relevancia en la época actual, en la que la confrontación de cuerpos de las nuevas presentaciones sintomáticas, que llegan -en no pocas ocasiones, ustedes bien lo saben- a ser perturbadoras. Especialmente a partir de los juicios previos, es decir, de los prejuicios que resuenan, podemos ahora aventurar, en el cuerpo mismo de los practicantes del psicoanálisis… es decir, nosotros mismos. Tal vez así podemos leer la indicación de Lacan. El asco que designa el mal giro de un análisis, y llamarlo el lapsus analítico encarnado ahora en el cuerpo del analista. Cuerpo que requería, decía Lacan, ser desalojado al finalizar las entrevistas preliminares como condición de entrada en el discurso analítico. Sería como decir que el cuerpo, no el del paciente, sino el del analista, está afectado, es decir, aquí, interpretado por un afecto disruptivo. Vamos a volver sobre esto.
Un-dividualismo
-E.S.: Voy a citar ahora la siguiente referencia: "Hay Uno. En el corazón del presente seminario, este aforismo que pasó desapercibido completa el no hay de la relación sexual al enunciar lo que hay, entiendan: el Uno solo. Solo en su goce, radicalmente autoerótico, tanto como en su significancia fuera de la semántica. Aquí comienza la última enseñanza de Lacan. Allí reside lo esencial de lo que les enseñó, y sin embargo, todo es nuevo. Patas para arriba" 10. Esta referencia ha de ser complementada con lo que va a explicar Miller en su último curso sobre el Uno solo 11. Allí ofrece un neologismo, así lo destaco, para designar la época: "Un-dividualismo moderno". Es decir, juega con el individualismo, con la promoción narcisista, pero sustentada en la promoción del autoerotismo, respecto de la proliferación de los gadgets.
Agrega en la contratapa del Seminario 19: "Recuerden, el Seminario 18 suspiraba por un discurso que no fuese de semblante. Pues bien, vean el Seminario 19, el intento de un discurso que partiría de lo real, pensamiento radical del Un-individualismo moderno" 12. De manera que nace ahí la última enseñanza, la ultimísima, en el Seminario 19.
Vamos a deducir ahora una interrogación, tan urgente como lo son los imperativos actuales del goce del Uno solo. ¿Cómo se ubicará el analista frente a esta nueva intrusión de lo real? A esto se refiere Lacan, para precisar justamente la cuestión del -ya no según Freud, según Lacan- porvenir de la religión; de la cual extrae nuestro porvenir frente a la religión que habrá de pasar por arriba nuestro, donde dice que se tratará de cómo encontraremos la manera de existir. No lo haremos sino desde el psicoanálisis como síntoma. Estamos hablando del triunfo de la religión, ¿verdad? Pero más aún, ¿cómo responder a esta nueva intrusión de lo real? Deberíamos considerar que al modificarse las condiciones de la época y por ende la variación de las presentaciones sintomáticas, ¿las entrevistas preliminares podrían dejar de considerarse una condición necesaria para la entrada en análisis? Esa es una pregunta que queda abierta, otra vez el analista puesto en el banquillo…
La frase a la que hacía referencia de Lacan en el porvenir que llamaba el triunfo de la religión es así: "El analista, por su parte, es algo completamente distinto. Se encuentra en un momento de transformación, de muda. Durante un momento se percibió lo que era la intrusión de lo real, dice Lacan. El analista sigue allí, está allí con un síntoma, solo puede perdurar como síntoma. Pero ya verá que se curará la humanidad del psicoanálisis a fuerza de ahogarlo en el sentido, en el sentido religioso, por supuesto se logrará reprimir este síntoma" 13. Allí donde el Otro absoluto de la deidad intenta seguir seduciendo al Un-individuo con el sentido como sustituto para distraerlo de sus goces autoeróticos, podemos decir, el psicoanálisis tiene dos problemas que afrontar, por lo menos.
La orientación real del sentido
-E.S.: Esta es una hipótesis que comencé a sostener hace un tiempo. Por un lado, intentar en la práctica no ser ahogado por el exceso de sentido. Acotar el goce del bla bla bla, pero no solo del analizante, también el del analista. Por el otro -y esto aplica especialmente a las presentaciones de la época actual- se trata, por el contrario, de cómo hacer aparecer la cobertura necesaria de sentido, el poco de sentido necesario, al menos para que el goce del Uno solo encuentre la chance de mostrar un agujero, una falla, una fisura que posibilite la intervención analítica.
En este contexto situamos el problema. Por un lado, el problema del exceso de sentido y por otro lado, la falta de sentido que las nuevas presentaciones muestran. "Acá estoy, dígame qué hago, ¿qué tengo que hacer?, punto". Es la mostración de esa intrusión de lo real a la que voy a hacer luego referencia.
Acá se localiza la necesidad que plantea Miller, siguiendo a la letra a Lacan, de introducir el sentido en su función de sentido real. Me gusta llamarlo "la orientación real del sentido". Tomo ahí la palabra sentido en la función misma de orientación. Me gusta leer así el sentido real, es decir, la orientación real del sentido es la que permite apuntar al goce del síntoma. Más allá de cualquier significación, el rasgo singular oculto a menudo en una envoltura formal, o incluso barrida, borrada junto a ella por el goce autista del Un-individuo. Todo esto, que son palabras complejas, da cuenta de las presentaciones que ustedes tienen habitualmente en PAUSA, gente que llega -traída habitualmente o empujada- por algo que les acontece y de lo que no tienen nada para decir, pura mostración de lo que es la intrusión de lo real para cada uno. Y uno tiene que intentar descifrar, hacer hablar o a veces no poder hacer que se pare de hablar de algo, ¿verdad?
En este punto quiero lanzar una hipótesis, porque en el campo de las toxicomanías tenemos habitualmente este problema también. Lacan habla del ascenso en la época al cenit del objeto a, que rescató Miller en Comandatuba 14, tomando a las toxicomanías como el síntoma tal vez más relevante de los síntomas contemporáneos, ya que dan cuenta de la mostración de las presentaciones de goce autoerótico, prescindiendo del otro, del semejante, o del Otro al cual referirse.
Pero quiero soltar la hipótesis de que ya no se trata en las presentaciones contemporáneas del goce encapsulado en el objeto a -es decir, localizado fuera del cuerpo, fuera del cuerpo pero situado en sus bordes -; sino del plus de gozar liberado, al desnudo. O sea, el goce oscuro del síntoma que se muestra sin envoltura formal, aquella que le pudiera ofrecer un velo para proteger al Un-individuo -sobre todo- de sí mismo. Por eso me pareció necesario conjeturar que esa intrusión de lo real es la que ha explotado en la época actual con lo que llamé las adixiones. Es decir, más allá de las toxicomanías, más allá de las sustancias químicas empleadas, el valor del goce se desparrama por doquier, desde las intoxicaciones más variopintas, consumadas por la bulimia de las polipantallas por ejemplo, que consumen de un modo anoréxico a los individuos, hasta el acceso a un goce sin cesar, sin el anclaje ni del sentido ni del Otro, ni de semejantes, que pudieran funcionar como un litoral, como un límite, como una barrera al goce de Uno.
Así llegan los que hoy se llaman, por ejemplo, los zombies. ¿Saben que los zombies existen? En Estados Unidos se llama zombies a esos que están tomados por una nueva droga, que es la Xilacina, que es una 'prima' del Fentanilo, y que hace que haya gente vagando por las calles realmente como muertos vivos. ¿Cómo lo lograron? Con un cortocircuito de goce en el cuerpo operado por una sustancia X: flash, trip, sniff… Me gusta usar estas onomatopeyas para localizar la variedad de los goces autoeróticos, significantes vacíos que denotan un goce fuera de sentido, sin envoltura formal, la que ha sido arrancada una y otra vez, justo antes de que hubiera podido ser desenvuelta, rechazando de este modo la elaboración sexual que podría haberse puesto en juego a partir de la puesta en forma de un inconsciente -al que habría que concebir previamente- para llegar al núcleo de ese cortocircuito, ese cortocircuito de goce en el cuerpo que ha hecho inexistir un tiempo de comprender.
Extraordinaria manera de plantearlo tomada hace ya muchísimos años por François Leguil, cuando ubicaba lo que era la urgencia, al situarla en el aplastamiento entre el instante de ver y el momento de concluir, en el que cabe la posibilidad para el analista de instalar justo allí el tiempo de comprender. Me parece una extraordinaria manera de plantearlo, donde están el instante de ver -donde alguien queda capturado por un objeto de goce que puede llevarlo a un acto o a un pasaje de acto- y el momento de concluir, que justamente es la consumación de esa realidad efectiva. Por eso, tironear, para evitar llegar al momento de concluir desde ese instante de ver que hubo, que vale en verdad para cualquier encuentro con el analista y es lo que intentamos hacer, empujar esas columnas que están entre el instante de ver y el momento de concluir para instalar ese tiempo de comprender. Se tiene que comprender, localizar en las urgencias subjetivas la PAUSA para localizar el significante. Por eso me parece, en homenaje a PAUSA, poder retomar esa manera de haberlo dicho hace tantos años por François Leguil.
Este rechazo que está en juego de la elaboración del saber textual del inconsciente, producido habitualmente en estas nuevas presentaciones, es lo que cuesta hoy: "Concebir un inconsciente" 15. En la segunda de las noches preparatorias para las Jornadas Anuales de la EOL, intenté demostrar cómo el concebir un niño tiene su función tributaria para nosotros en concebir un inconsciente, que es el modo en el que trabaja Lacan en "El Atolondradicho" 16 esa frase donde hace saber una cosa muy simple: ¿cómo se reproducen los niños? 17 El inconsciente se apodera de esa pregunta, repitiéndola. Dice Jacques-Alain Miller que en tanto analistas hacemos oficio de esa frase.
Acosados por incontables urgencias en las que un goce intrusivo suele ser la carta de presentación de una persona al analista, con una cruda mostración de un problema sin una envoltura formal, ¿acaso exageramos al decir que no alcanza esa envoltura formal a presentarse porque no está constituida para ofrecer al desciframiento, a la elaboración significante, por más entrevistas que ofrezcamos, sin posibilidad de hacer existir una demanda?
Ficciones non-standard
-E.S.: Eric Laurent, hablábamos eso con Dolores, abre una vía posible para tratar de responder a estos interrogantes. La producción de una ficción analítica non-standard. Lo cito:
"¿Pero cómo se regula cuando hay esas efracciones de goce, esa intensidad que provoca el cuerpo cuando se manifiesta una dimensión insoportable. ¿Cómo hacer? Entonces se hace funcionar al revés, el principio del placer como lo que permite cierta regulación de esas experiencias de efracción sin garantías del Nombre-del-Padre. Se trata de algo articulado al cuerpo, que posibilita esa regulación articulado al discurso analítico. El cuerpo inmerso en el discurso analítico, en la ficción analítica non-standard" 18.
Las efracciones de goce, podemos decir, son el patrimonio mayor de estas nuevas presentaciones. Y así ocurre sobre todo en el caso de las toxicomanías también. Y lo que llamamos los nuev@s adict@s, que me gusta escribir con las arrobas correspondientes, los nuevos adictos a casi todo. Ellos llevan la bandera de la época actual, del capitalismo actual, prescindiendo del Otro como tal en sus variadas formas. Ni mediación significante para dar tratamiento a un malestar que con frecuencia amenaza sus vidas, sin interposición a menudo de un semejante, familiar, amigo, partenaire que, sosteniendo la partida desde el amor, ofreciera un refugio -aunque tal vez transitorio, como lo es en general el amor- a las desgracias de su existencia.
Sabemos de la frase que toma la brutalidad actual cuando Lacan dice que el capitalismo no es proclive a dar lugar al amor. Por eso la época de la inexistencia del Otro, diagnosticada hace ya casi 30 años por Jacques-Alain Miller y sancionada con Éric Laurent 19. Esta época produce un giro desconcertante en las presentaciones clínicas que recibimos con las nuevas presentaciones sintomáticas.
Está claro que hemos dejado el reino del Otro y entramos en el reino del Uno solo del goce. Esto no es una cuestión teórica tan solo, sino que la práctica que sustentamos nos arroja directamente en estas coordenadas. ¿Cómo lograremos nosotros, desde el psicoanálisis, coadyuvar a hacer existir ficciones analíticas non-standard, ya no sustentadas en el reino del Otro, en el Nombre-del-Padre? Ya sea para quienes no están sustentados en el Nombre-del-Padre por una cuestión diagnóstica en el campo de las psicosis, pero también para aquellos que no disponen del Nombre-del-Padre de forma paroxística, puntual, por esas situaciones situaciones traumáticas que aparecen y que producen esas efracciones violentas en el cuerpo, que llevan a confrontarse con la intrusión del horror.
Por eso, ¿lograremos hacer existir ficciones analíticas non-standard, a medida de las exigencias subjetivas de cada singularidad, es decir, sinthomáticas de cada uno?
Me gusta decirlo hace un tiempo así: se trata de responder sobre el lugar posible del analista en la época en la que al padre pulverizado responden goces pluralizados. Época que Miller denominó de Un-individualismo moderno.
Paro aquí, hubiera querido presentar una viñeta, pero prefiero que conversemos.
Conversación
-Dolores Amden: Creo que hiciste algo que te agradezco mucho, que es poner el analista en el banquillo, desde el punto de vista del asco. Te quería preguntar, ¿eso conversa con el horror al acto, de alguna manera?
Me gustó lo de empujar las columnas, pienso que en PAUSA hacemos eso, empujamos las columnas para poder hacer existir un tiempo de comprender que a veces no está. Nosotros veníamos pensando lo de la envoltura formal, y vos ahora nos decís que es una envoltura formal que tampoco alcanza del todo para hacer existir un inconsciente. Entonces, la ficción analítica non-standard vos la pescás de Eric Laurent, ¿es algo parecido a la invención? Nosotros en PAUSA hemos trabajado la cuestión de la invención, pero me parece que ficción analítica non-standard es más preciso en algún sentido. Tiene distintos puntos: lo analítico y lo non-standard como lo único, como lo inventivo, o sea que no es una ficción cualquiera, sino que tiene que agarrar algo del goce del sujeto. Si no, sería como un enchapado nuestro.
-E. S.: Me gustaría escribirla con una x, aunque no la escribe Eric con una x. Creo que se trata de intentar coadyuvar a que cada uno escriba su fixión analítica non-standard. Non-standard quiere decir prêt-à-porter a la medida del goce de cada uno.
-Dolores Amden: ¿Esa ficción analítica sería como una nueva manera de nombrar una envoltura formal? Ya no formal, sino non-standard.
-E. S.: La cuestión es cómo poder atravesar, en la urgencia, las coordenadas edípicas, por ejemplo, para intentar dar una respuesta para que alguien pueda -voy a decirlo de una manera brutal- agarrarse de algo con lo cual poder vivir. Se puede armar algún relato sustentable, pero sin una fixión de la cual agarrarse y que tenga un sustento en su propia modalidad de goce no sirve para nada. Eso es lo que hacen las psicoterapias, intentan dar un cuento, algún relato que permita sustentar. Eso dura lo que dura, y después se cae, porque si no hay el sustento de la satisfacción de uno que le permita abrochar algo, eso se cae. No toca el cuerpo, no responde al problema de Lacan. Tenemos el significante suelto y el goce por otro lado.
Ustedes ven que el problema de Lacan aplica a toda la enseñanza de Lacan y a un análisis en su totalidad, desde el inicio hasta el final. Esa es la cuestión central y lo más difícil de obtener. Por eso creo que Eric Laurent ubica la cuestión de la ficción analítica non-standard, que la verdad no sé exactamente lo que es, desenvuelvo una lectura a partir de lo que hago cuando analizo, y lo que escucho que hacemos cuando analizamos. Es la versatilidad en los modos tácticos y estratégicos de intervenir frente a la urgencia subjetiva: cuando a menudo no hay tiempo de acudir a mamá o a papá o a algún hermano, hay que inventar una intervención en el momento para que alguien no se caiga, no se desenganche.
Un día abro la puerta del consultorio y veo a una persona muy grande, desaliñada, con una marca de una cicatriz terrible (hablando de la cuestión de los prejuicios y del asco del analista, confieso que me asusté al verlo)… Casi a pesar mío, le ofrezco pasar, se sienta y sin decir más nada soltó una frase memorable, por la precisión y sutileza de su enunciación: "soy una bomba química a punto de estallar" ¡No me olvido más de esas palabras! Es lo que podría haber desarrollado alguien en una -o en varias- entrevistas.
Ese hombre luego de esa frase solo agregó: "No tengo nada más para decir. Dígame qué hago".
Había una urgencia, era evidente que ese hombre había sido abducido por las drogas, solo después de un rato empezó a hablar de sus consumos, de sus excesos, sin que yo le preguntara nada… no sé cómo esa persona podía sostenerse ahí en ese momento.
Por mi parte, habiéndome repuesto, me di cuenta de que era necesario ser en extremo prudente -pues, aún sin entender demasiado lo que decía, había hablado mal de los psicoanalistas, de los psicólogos, de los centros de internación, de las comunidades terapéuticas… había pasado prácticamente por todos los dispositivos asistenciales y el mundillo psi. Calculando entonces mi intervención, le pregunté: "¿Y usted qué cree que tiene que hacer ahora?". Me miró, por primera vez sorprendido y respondió: "Internarme, porque si no, me muero". Ahí me alivié, porque la verdad yo no sabía qué más hacer… ¿Qué otra cosa podía proponerle a alguien que se presentaba de esa manera, en riesgo evidente, y sin poder por mi parte hacer uso de ningún saber, ya que él había dado suficientes muestras de los sucesivos fracasos del sujeto supuesto saber?
Lo despedí con estas palabras, luego de darle toda una serie de referencias para que él esta vez decidiera una derivación: "Muy bien, quedamos así. Usted, como lo pide, se interna" -porque era importante hacerlo así, ya que era él quien lo había pedido- "y si le parece cuando sale podemos tratar de ver cómo usted llegó a este estado".
Estuvo internado, después de un año volvió y en varias entrevistas, algo pudo lograr para evitar un pasaje al acto mortal, que a su llegada, era inminente.
Creo que en un caso así se ubica lo que son este tipo de dificultades que se encuentran en la urgencia, a la que ustedes, desde PAUSA, están tan habituados.
-Dolores Amden: Vos hablabas de ser ahogados por el exceso de sentido. Y tal vez una ficción analítica non-standard -pensaba ahora-, es una ficción que no está tan llena de sentido. Lo analítico de la ficción hace que sea una ficción no tan plena de sentido que ahoga…
Lo preliminar está en PAUSA
-E. S.: Es el fundamento de la reducción analítica, el hueso del análisis 20 al que hace referencia Jacques-Alain Miller. Y desde aquí se pueden pensar las entrevistas preliminares en un dispositivo que trabaja con entrevistas. Yo creo que es simple. Las entrevistas son lo preliminar, pero creo que hay que destacar el valor del término entrevistas, incluyendo lo preliminar, porque si el analista -como practicante de psicoanálisis- ya tiene el concepto de ese momento de comprender a instalar, lo que da el tratamiento de la urgencia, ya sabe que no hay otra posibilidad que usar ese tiempo de comprender para hacer existir la posibilidad de que un inconsciente se conciba, para poder situar las coordenadas del goce de cada cual en ese momento que lo perturba con esa intrusión de lo real.
-Gabriela Salomon: A mí me gustó cuando hablaste de estas dos formas, el exceso hoy con las respuestas: el exceso de sentido y la falta de sentido. En "El revés del trauma" 21 , Eric Laurent precisamente dice que hay que inventar un Otro con el sujeto caído del Otro, es decir, hay que darle algún sentido…
-E. S.: Hay que enchapar a veces un sentido, como un armazón necesario para que tenga de qué agarrarse al salir a la puerta, es una cuestión práctica.
-Gabriela Salomon: Exactamente con eso nos tenemos que ver. Y lo de las entrevistas preliminares, es interesante lo preliminar, porque muchas veces los pacientes que vienen aquí, después de 3 o 4 meses, no quieren o no se arma una demanda de análisis. Sin embargo, quizás a los 6 meses o al año, vuelven. Es decir, après-coup, como siempre, se puede nominar como entrevista preliminar a ese otro momento de tratamiento.
-E. S.: Lo preliminar, voy a decirlo así gracias a lo que dice Gabriela Salomon, está en pausa… y ahí tienen alguna manera de hacer hasta un flyer que promocione, un eslogan, lo preliminar está en PAUSA. Eso quiere decir, además, si lo desciframos, que eso puede estar a disposición, prêt-à-porter, si alguien así lo dispone y si con un analista se logró producirlo en las entrevistas que hubo.
-Nicolás Mascialino: El problema de Lacan es el de incidir con el significante en el goce de los pacientes, pero sobre todo cuando el sentido pulula. Pero ahora nos traés otro problema, que son los sujetos que no vienen tampoco a construir ningún sentido. Entonces, acá muchas veces nos planteamos el problema de los desabonados del inconsciente, los que del inconsciente nada quieren saber, pero yo me preguntaba si de lo que estamos hablando hoy son desabonados del sentido, de querer construir sentidos… y lo hace más difícil al asunto.
-E. S.: Sí, lo que antes decíamos de la falta o poquedad de sentido como un problema en ciertas presentaciones, en verdad mostraciones de goce.
O tal vez lo que planteás habría que redirigirlo hacia el próximo Congreso de la AMP sobre el "No hay relación sexual", ya que a partir de este principio se podría decir que todos nacemos desabonados del sentido, cada uno es un desabonado del sentido como lo planteás, en realidad somos exiliados del sentido, que intentamos extraer sentido sexual a partir del agujero de la no-relación (como quien rasguña las piedras para extraer agua)… Contamos con el falo, que tan solo es el significante de la falta de goce, con lo que se construye la significación fálica en el fantasma -en el caso de las neurosis- para procurarnos el sentido sexual centrado en el Otro…Y que es, precisamente, lo que después se tratará de desanudar en un análisis: desabonados del sentido por el trauma de la no-relación, abonados al sentido por el goce fálico, vueltos a desabonar para acceder al hueso fuera de sentido al ceñir el sinthome…O algo así…
La paradoja analítica: uno va al analista porque quiere saber, pero el fundamento del saber es el horror al saber de las condiciones singulares de satisfacción de cada uno. Por eso, ¿cómo vendemos el psicoanálisis? Lo vendemos muy bien, vivimos de ello, pero ¿cómo lo vendemos? Por eso Lacan habla de la estafa. "Diga todo lo que se le ocurre". Por empezar no se puede decir todo, dice. Justamente cuando Lacan dice de la castración que todos hablan de ella, no saben qué quiere decir, y él lo dice muy simple: uno no dispone de todos los significantes, nunca. Entonces esa castración lenguajera hace que uno esté tomado por cierta pendiente que hace que se usen ciertas palabras, que tendrán para cada uno un valor de goce determinado. Se podría decir que cada uno tiene su diccionario, que son esas palabras, que son acontecimientos de goce que uno tiene allí, y que porta siempre consigo. ¿No somos nosotros a veces desabonados del inconsciente como practicantes, cuando en ciertos momentos no nos metemos por cierta prevención en algo que habría que 'tocar'? Prevención a veces absolutamente justificada, pero cuando generalizamos, "no, cuando se trata de una psicosis no hay que tocar el sentido", a veces usamos ciertas reglas que, sin darnos cuenta, pueden actuar automáticamente y nos pueden hacer perder la brújula. Y después dan lugar a ese sentimiento en la panza, que no son las mariposas del enamoramiento, sino todo lo contrario ¿no serían ésas las larvas del asco, a las que se refiere Lacan, acaso?
-Dolores Amden: Siempre hablamos de la angustia del analista, pero lo del asco es más claro.
-E. S.: Porque con angustia enseguida zafamos, porque también la angustia es una marca que nos dice dónde está lo real y es una flecha, pero el asco no.
-María Paz Varela: Me queda la pregunta de cómo hacer aparecer la cobertura necesaria de sentido para que el goce muestre una falla, algo para habilitar la intervención del analista.
-E. S.: Pero eso es lo que no sabemos. Cada vez se trata de descubrirlo y de inventarlo, porque lamentablemente no hay fórmulas previas que nos permitan orientarnos.
Eric Laurent apunta a eso también al hablar sobre la interpretación como jaculación, donde ubica modos de interpretar que prescinden, al modo oriental, lo más posible del sentido, incluso de las palabras. No es el viejo llamado a las acciones que tendrían el valor de acto, sino al revés, encontrar la función de acto en la intervención.
Pensaba en alguien que contaba su intento de suicidio acontecido hacía muchos años siempre de la misma manera, repitiéndolo -en verdad iterándolo con el relato, una y otra vez-: "y entonces fui a la bañera, agarré un cuchillo y me abrí las venas".
Hasta que una vez lo interrumpí, parándome y vociferando la frase con exactamente las mismas palabras que utilizaba. A la intervención sobrevino una angustia, que a posteriori le permitió escuchar, no solo lo que había dicho, sino lo que había hecho: el significante en colisión con el goce que hasta ese momento estaba aislado. Ese hecho lo repetía como cuenta un alcohólico o un adicto su relación con el tóxico de referencia, como algo natural, ya naturalizado como un flash… ¿falsamente: sublimado?
¿Cómo hacer para que alguien escuche lo que dice? ¿Cómo hacer para que eso que dice y repite, adquiera un valor performativo para 'uno mismo', para que pueda surgir ahí un límite a la iteración de un goce mortífero, que instale un punto de capitón, sino por medio de que el significante encuentre su valor de goce?
-Participante: Con el grito incluiste todo el afecto que él había extraído de ese relato, o sea el grito introduce el pánico.
-E. S.: Ahí vemos que el aislamiento no es solo un modo de defensa obsesivo del goce, donde está separada la representación del afecto: el significante del goce.
-Dolores Amden: Una variante del Un-dividualismo. Ernesto, ¿vos pensás que nosotros estamos más habituados a pensar la urgencia en relación al Otro, al Otro que no existe? ¿Te parece que tenemos que empezar a pensar la urgencia en relación al Uno?
-E. S.: Esa es la orientación, para mi gusto, que toma Miller ya desde el 2011 con el Uno solo, que es de la misma época de lo que escribe para el Seminario 19 en su publicación. La cuestión es de dónde nosotros podemos pararnos a leer el síntoma. Cada vez más clínicamente creo que estamos siendo empujados a tener que responder desde la clínica del Uno solo. Todos son modos muy bellos de decirlo, pero muy complejos de implementar, porque pone en riesgo el extravío del analista también. En el Pase se habló, en los inicios, de la clínica con las nominaciones tomadas a partir del atravesamiento del fantasma. Hay un fantasma y eso daría una nominación. Hace ya muchos años, se trata de la posición del sinthome. No me olvido más, hace muchos años Estela Solano, que había participado de un cartel del Pase, dijo: "Estábamos acostumbrados a nominar a partir de la clínica del fantasma; ahora, con la clínica del sinthome -me acuerdo de sus palabras- tenemos que confrontarnos con las extravagancias sinthomáticas de cada uno". Con el todo el mundo es loco 22, venimos de eso, sintagma que localiza lo que realmente acontece en la experiencia.
¡Muchas gracias, Ernesto!
- Conversación realizada en PAUSA el 8 de octubre de 2024, revisada y aprobada por el autor.
- Sinatra, E. (2010). ¡Por fin HOMBRES al fin!, Buenos Aires, Grama.
- Sinatra, E. (2013). L@s nuev@s adict@s: la implosión del género en la feminización del mundo. Buenos Aires, Tres Haches.
- Miller, J-A. (2011). Donc. La lógica de la cura. Los cursos psicoanalíticos de Jacques Alain Miller. Buenos Aires, Paidós
- Lacan, J. (2012). Hablo a las paredes. Buenos Aires, Paidós, p.49.
- Lacan, J. (2012). …o peor, El Seminario de Jacques Lacan, Libro XIX, Buenos Aires, Paidós, p.224.
- Lacan, J. (2012). …o peor, El Seminario de Jacques Lacan, Libro XIX, Buenos Aires, Paidós, p.224.
- Lacan, J. (2012). …o peor, El Seminario de Jacques Lacan, Libro XIX, Buenos Aires, Paidós, p.224.
- Lacan, J. (2008). La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos, t2, Buenos Aires, Siglo XXI.
- Lacan, J. (2012)…o peor, El Seminario de Jacques Lacan, Libro XIX, Buenos Aires, Paidós, contratapa. Inédito.
- Lacan, J. (2012)…o peor, El Seminario de Jacques Lacan, Libro XIX, Buenos Aires, Paidós, contratapa.
- Lacan, J. (2006). El triunfo de la religión: precedido de discurso a los católicos, Buenos Aires, Paidós, p.81.
- Miller, J-A.(2005). "Una Fantasía", Lacaniana 3, Buenos Aires: EOL. El autor refiere al nombre de las 33 Jornadas de la EOL, celebradas del 30 de noviembre al 1 de diciembre de 2024 en Buenos Aires.
- Lacan, J. (2012). "El atolondradicho". Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós. Para leer los desarrollos a los que el autor remite, visitar: https://jornadaseol.ar/malentendido/boletin-1-malentendido.pdf
- Laurent, E. (2018). "El Uno solo". Freudiana 83, Revista de Psicoanálisis de la ELP, Catalunya, p. 9.
- Miller, J.-A. y Laurent E. (2006). El Otro que nos existe y sus comités de ética. Los cursos psicoanálisis de Jacques Alain Miller; Buenos Aires, Paidós.
- Miller, J-A. (2021). El hueso de un análisis. Buenos Aires, Tres Haches.
- Laurent, E., "El revés del trauma", recuperado en: https://www.revistavirtualia.com/articulos/696/destacados/el-reves-del-trauma
- El autor se refiere al título del XIV Congreso de la AMP, celebrado en París del 22 al 25 de febrero de 2024.